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Mostrando entradas de 2014

Del deporte en el San Juan de mis tiempos (1943/1958)

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Ya que llegué a San Juan de los Morros quince días antes de cumplir los cinco años, muy probablemente la primera instalación deportiva que conocí fue la rudimentaria cancha de volibol erigida en el medio del patio de la Escuela Aranda: dos vigas doble T todo oxidadas, sin ninguna capa de pintura protectora, empotradas con concreto al patio de tierra, donde colgaban la malla que algún maestro guardaba. Sé que los parales eran de metal y no de madera, porque cuando la cancha fue reubicada hacia el lado oeste cortaron esos parales, seguramente con una segueta por lo que no lo hicieron a ras de tierra y los tocones quedaron sobresaliendo. Al inicio de un año escolar, época en la cual el monte de patio estaba bien alto, yo me lancé corriendo a través del patio durante el recreo y me llevé uno de los tocones con la parte delantera de mi pierna izquierda, a la altura del tobillo en la parte no protegida por el zapato. Como testimonio me quedó una gruesa cicatriz de más de un centímetro de l

El teatro en San Juan de los Morros: una nota personal.

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Esta breve entrada pretende ser un recuento personal de mi participación en actividades teatrales en San Juan de los Morros, un corto lapso de cuatro años que se inicia a finales de la primaria en la Escuela Aranda, en 1953, y termina a finales de cuarto año de bachillerato en el Liceo Juan Germán Roscio, en 1956. Creo que de tantos estudiosos que aman a mi pueblo de crianza, sobre todo de las nuevas generaciones, surgirá alguno que escribirá la historia del teatro en la capital del estado Guárico. Lo que sigue es mi granito de arena en aras de ese objetivo.   Allá en la década de los cuarenta, por los costados de la Escuela Aranda no se colaban cantos, ni risas, ni llantos, quizás los gritos de quienes jugaban voleibol y la algarabía propia de los recreos. Todo lo demás discurría en tiempo real: maestros, más que todo maestras, enseñando y alumnos, sólo varones, siempre atentos a la explicaciones, no había escapatoria. Mi maestro de sexto grado, Víctor Vielma, rompió la rutina un

Cuando San Juan agachó el dedo

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El Sanjuanote En el 2005 tuve la satisfacción de ver publicada por la Editorial Equinoccio de la Universidad Simón Bolívar mi obra “Entre gigantes de piedra”, en la cual pretendo recoger las memorias de mi infancia y juventud en San Juan de los Morros, el pueblo al cual llegue a la edad de cinco años en 1943 y que pasó a ser, sin proponérmelo, por cosas del espíritu, mi patria chica. En el primer capítulo de mi libro, el cual titulé “¿Mi ciudad o mi pueblo?, digo que hay un refrán de alcance internacional “cuando San Juan agache el dedo” que al parecer tiene su origen en San Juan de los Morros. Menos mal que mi librito, 142 páginas en dieciseisavo, no es de historia y que usé la expresión “al parecer”. Cito que un joven portugués fue a San Juan de los Morros a buscar trabajo como sastre y que un tipo lo llamó aparte y le dijo: —Oiga joven, mejor es que usted se vaya para otro lado porque aquí no va a conseguir  trabajo como sastre nunca, a menos que San Juan agache el dedo.