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Mostrando entradas de noviembre, 2008

De arquitectura, el teatro

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Entrar a trabajar en el sitio donde uno ha estudiado tiene sus ventajas. Con dos años de graduado, de los cuales dediqué cuatro meses al idioma inglés en el Queens College de Nueva York y el resto en sacar el Master en el Instituto Tecnológico de Illinois, en septiembre de 1964 pasé del pupitre del estudiante a la tarima del profesor. Todo me era familiar en la Escuela de Ingeniería Eléctrica, inclusive unos pocos de mis primeros alumnos habían sido mis compañeros de estudio. Lo que si tuve que aprender fue a buscar un sitio donde almorzar. De estudiante vivía con mis padres cerca de la Universidad Central e iba a almorzar a la casa (un apartamento alquilado en Las Acacias), que era lo más económico. En la UCV el horario de trabajo era de ocho a doce y de tres a seis, aun cuando el dictado de las clases y de los laboratorios nada tenía que ver con esto y muchas veces di clases a las siete de la mañana y atendí laboratorios bien entrada la noche. También trabajábamos medio día los sába