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Raúl Valarino, pionero de la ingeniería eléctrica.

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El meollo de este recuento lo escribí en el 2003, hace doce años, cuando me movían serios deseos de abordar una historia ligera de la enseñanza de la ingeniería eléctrica en Venezuela. Ligera en el sentido de que la falta de una fecha precisa no debía originar un perfeccionismo paralizante y que tampoco debía carecer de anécdotas. En ese entonces pensé que la mejor manera de ir organizando los recuerdos, era centrarse en los profesores de la institución pionera, la Universidad Central de Venezuela, y que Melchor Centeno era el punto de partida obligatorio. Sin embargo sólo realicé estas cortas líneas sobre Raúl Valarino Hernández, personaje que unió el ejercicio profesional a la docencia y que alguna vez quiso incursionar en la política. Pensé seguir con el maestro Armando Enrique Guía, pero ni siquiera su familia, a la cual contacté a través de la Internet, me dio respuesta alguna y seguí dependiendo sólo de la escasa información que sobre él disponía. Abandoné el proyecto, pero pens

Con bolívares y sin cédula.

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En diciembre de 1953 descubrí, sin estar consciente de ello, que el bolívar era una moneda fuerte y de uso corriente más allá de las fronteras patrias. Proveniente de Bailadores en el estado Mérida, donde estaba pasando las vacaciones invitado por mi tío Fernando Rodríguez, llegué a Cúcuta junto con él, su cuñado Arturo Contreras y el cadete de la EFOFAC Milton Mora. El automóvil era de mi tío y como buen andino, Arturo lo manejaba. Nos detuvimos en la primera bodega que encontramos en territorio colombiano y mi tío me dio un bolívar para que le comprara una cajetilla de cigarrillos Lucky Strike. Tenía yo a la sazón quince años de edad recién cumplidos y a pesar de que nunca he fumado, sabía que ésta costaba un bolívar con real y medio (Bs. 1.75). Antes de bajarme del carro exterioricé dos dudas: que me aceptaran la moneda venezolana en otro país y que me alcanzara para pagar. Mi tío me dijo que no me preocupara, que hasta vuelto me iban a dar, como en efecto suced